
Cuando imaginamos un bosque, pensamos en árboles altos, hojas verdes y aves que cantan entre las ramas. Pero no todos los bosques están en tierra firme. Algunos se ocultan bajo la superficie del mar, en las frías aguas del Atlántico Sur, y se mueven con la marea como si fueran una selva líquida. Es el caso de los bosques de cachiyuyo, gigantes de algas pardas que pueden alcanzar hasta veinte metros de largo y formar paisajes submarinos tan impresionantes como vitales.