De los autos chocados a capturar la magia de la naturaleza: la historia de Maxi Jonas, el fotógrafo de las ballenas

Comenzó con fotos para presentar como evidencia de los choques ante los seguros, trabajó para los diarios El Chubut y Jornada, y estudió administración de empresas. Sin embargo, el destino lo llevó a la fotografía de naturaleza, donde alcanzó reconocimiento mundial por su trabajo con la ballena franca. Maxi Jonas es uno de los grandes fotógrafos de Chubut y recientemente ganó el Best Camerawork 2025 en los Global South Video News Awards, que se realizaron en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos. En esta crónica te contamos su historia, un camino de trabajo, pasión y profesionalismo que, a sus 47 años, lo sorprendió con un gran reconocimiento.

Novedades26 de diciembre de 2025Fredi CarreraFredi Carrera

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“Fue una emoción increíble; nunca pensé ni trabajé para esto. Es más, soy alguien que nunca en la vida se presentó en un concurso de fotografía, porque no me gustan. Siempre trabajé para generar trabajo y que me deje contento a mí; pero cuando gané me sorprendió y me emocionó, y me sorprendió aún más la cantidad de mensajes y el cariño que recibí de gente que ni conozco. Ese fue el mejor premio de todos”.

Maxi Jonas aún no sale de su asombro. Recientemente ganó el Best Camerawork 2025, un premio que se entregó en los Global South Video News Awards, realizados en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos. El galardón de alguna forma reconoce su larga trayectoria y el trabajo que viene realizando en el mundo de las ballenas desde hace más de una década, cuando llegó a Puerto Madryn desde la vecina ciudad de Trelew, donde creció.

Jonas fue premiado entre 12 creadores de contenido del mundo, una distinción que no esperaba y que, a los 47 años, lo motiva a seguir mejorando y a trabajar para abrir nuevas puertas. Es que en este viaje, se cruzó con profesionales de todo el mundo y de grandes agencias y medios. Hizo contacto con gente de México, Brasil y Turquía y siente que es el inicio de un nuevo camino que puede llevar a grandes cosas. No sabe cuáles son, pero si de algo está seguro, es que: “hay que meterle más ganas que el primer día, porque los resultados de alguna manera llegan”.

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UN LEGADO QUE ENCONTRÓ EN EL CAMINO

Jonas, desde los 23 años, se dedica a la fotografía. Comenzó haciendo fotos para los seguros y el camino lo llevó por un laberinto de lugares: desde la fotografía de choques, un emprendimiento que él mismo creó, hasta las redacciones de diarios y su incursión en política, retratando a candidatos como los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre, Juan Pablo Luque, Mariano Arcioni, Mario Das Neves e incluso el gobernador Ignacio Torres, quien lo convocó para integrar el equipo de Información Pública de la provincia del Chubut.

Soy un cuadro técnico y pongo lo mejor de mí siempre”, dice con orgullo. “Laburé con todos y ninguno se enojó conmigo, porque soy súper profesional y no hago política”, aclara, explicando bien cúal es su perfil.
Maxi nació en Buenos Aires, pero creció en Trelew. Sus padres, cordobeses de origen pero nómadas en busca de oportunidades, decidieron instalarse en Chubut en el auge del crecimiento del parque industrial de Trelew, buscando “un mejor rumbo para su familia”.

Carlos, su padre, era obrero textil y durante años trabajó en una empresa que hacía hilado. Su madre, Estella, trabajaba como empleada de comercio. Aún hoy, Maxi recuerda cómo, de niño, jugaba con cajas y conos de hilos. Y también el momento en que la crisis cambió el panorama y le dejó una lección de vida que aún aplica cada mañana que sale a trabajar.

“El secreto es decirle que sí a todo, si es laburo voy. En mi caso tuve una infancia linda, porque mi viejo tenía un laburo bueno, pero en los 90 con la caída del Parque Industrial de Trelew la pasamos bravo”, reconoce. “Mi viejo se quedó sin laburo, salió a buscar qué hacer y eso me enseñó sobre el esfuerzo y fue un motivante para poder salir adelante, porque todo pasa; lo bueno y lo malo pasa, entonces nunca hay que parar. Nunca es suficiente, porque nunca sabés lo que va a pasar”.

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Maxi estudió en Padre Juan, un colegio salesiano de Trelew, donde hizo la primaria y la secundaria, y cuando decidió qué camino seguir el resto de su vida se inclinó por la administración de empresas. Sin embargo, los libros duraron poco menos de dos años y un día se encontró trabajando junto a su madre en un emprendimiento que había comenzado con la compra de un camión plancha, algo novedoso para la época.

“Yo estaba en Buenos Aires estudiando administración y algo de Marketing y a mi vieja le iba bien. Ya había comprado un camión y estaba comprando otro, y largué todo y me vine a laburar con ella. Ahí descubrí un mundo increíble”.

Maxi recorrió todo Chubut innumerables veces, siempre con una vieja camarita a rollo en mano y, a veces, con un perro que lo acompañaba. “Nos íbamos a buscar autos que se habían quedado por ahí. Pero la libertad y los paisajes que descubrí me abrieron la cabeza para conocer un poco y para mirar, porque horas y horas en un camioncito a 80 kilómetros por hora por los caminos de la Patagonia te enseñan a mirar y empezás a ver cosas que de otra forma no hubieras tenido la oportunidad de ver”, reflexiona a la distancia.

Lo cierto es que en su casa siempre hubo una cámara de fotos convencional. Su papá, de vez en cuando, le tomaba algunas fotografías. De chico entendió que “no era algo al pasar”; era significativo y siempre le gustó jugar con la cámara. Sin embargo, con el paso del tiempo quedó guardada en un cajón hasta que otra vez regresó a sus tierras.
“Cuando me vine de Buenos Aires a trabajar con mi vieja, me anoté en un curso de fotografía que daba Eduardo Ge/Táboas, un fotógrafo muy grosso en la zona del valle, y me empecé a apasionar. Sus clases eran: ir, hablar de música, filosofía; nos contaba de historia, lo que había pasado en la Segunda Guerra Mundial. Una visión completa del mundo que te decía: todo lo que uno va aprendiendo y va leyendo, al día de mañana se va a reflejar en lo que vos muestres, en la construcción de la imagen, y eso me volvió loco”.

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DE LA TEORIA AL TERRENO

Ese taller le cambió la mirada a Maxi y de alguna forma le dio un oficio, porque cuando le dio un portazo al trabajo con su madre y se quedó sin nada que hacer, decidió abrirse camino por su cuenta y la fotografía lo terminó llevando al mundo de las redacciones, la noticia y las ballenas

“Tenía que salir a comer con veintipico de años y dije: ‘voy a sacar fotos en la calle’. Como yo había trabajado con la grúa de mi mamá, sabía que había un nicho: cuando los autos chocaban necesitaban un fotógrafo para las fotos del seguro. Así que conseguí un handy y escuchaba por frecuencia policial dónde había un choque; aparecía, sacaba fotos y le dejaba una tarjetita a cada uno de los involucrados para ganar unos mangos. Y así fue como empecé en la fotografía, de alguna manera, para laburar”.

Ese emprendimiento le abrió puertas a Jonas. Trabajó en un circuito en un autódromo donde un hombre que tenía un desarmadero lo llevó y cuando la Policía se quedó sin materiales para Criminalística, por la crisis que vivía el país, comenzó a colaborar con ellos, como una forma de seguir ampliando su trabajo.

“Se habían quedado sin materiales y me empezaron a pedir fotos. Ellos sabían que yo iba a los choques y comenzaron a avisarme; me pedían una fotito de una huella. ‘Yo te la saco y te doy el negativo’. Así empecé a tener contacto con la noticia: sabía lo que pasaba, dónde estaban los robos, dónde había un accidente, y eso me abrió las puertas para hacer policiales en el diario, porque les dije: ‘Yo tengo que laburar’. Así que ellos me avisaban, yo hacía las fotos, les daba los negativos y les contaba la noticia al diario, que me compraba el material. Tenía ese tándem de las noticias del valle y fue como empecé en el diario El Chubut”.

En el matutino de la familia Sáez trabajó durante seis años como colaborador y allí comenzó su recorrido por el mundo de la información. Le gustaba contar historias a través de las imágenes, mostrar otro ángulo y provocar distintas sensaciones. Así, poco a poco fue creciendo y comenzaron a convocarlo para otro tipo de coberturas, incluso para su primer avistamiento de ballenas, algo que no olvida.

“Siempre hacía fotos distintas, buscaba un ángulo diferente, me gustaba mucho usar las luces naturales e iba por otra veta. Y me acuerdo de que José María Sáez (h) y Tomás, que era el jefe de redacción, me mandaron a la apertura de ballenas. Decidieron que fuera a cubrirla y que hiciera lo que quisiera. Me dieron esa libertad y creo que fue el puntapié inicial de lo que fue mi descubrimiento por estos bichos, lo que a mí me generaban y empezar a transmitirlo”.

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Maxi ya veía algo distinto en la fotografía, pero el punto de inflexión llegó cuando conoció a una chica de Rosario que se fue a vivir a Puerto Madryn. En ese momento decidió mudarse al Golfo Nuevo y cambió todo.

“Me cambió la bocha para siempre. En Trelew andaba en la calle buscando la noticia y, cuando me vine a vivir a Madryn, la realidad era totalmente diferente. Acá no tenía la mitad de los hechos policiales que tenía Trelew. La noticia pasaba por otro lado: la gente miraba el mar; entonces empecé a mirar el mar, lo que miraba la gente, pero no con la atención que necesitaba. Me acuerdo de que en invierno empecé a escuchar los golpes de las ballenas, los soplidos, y empecé a hacer una rutina. Todos los días, antes de ir al Diario Jornada, iba por la rambla, viendo todo lo que regalaba esto, y me parecía increíble. La gente que vivía acá decía ‘sí, las ballenas’, no era una locura, y yo me volvía loco. Empecé a generar fotos y noticias, en principio cuando llegaban las ballenas y era el inicio de la temporada”.

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¿POR QUÉ NO TE ARMAS UN FACEBOOK?

Maxi admite que siempre fue un apasionado por Chubut, pero no podía creer el lugar donde vivía y quería compartirlo con otros. “Me alucinó, estaba muy orgulloso del lugar donde estaba; necesitaba que todo el mundo lo viera y empecé a mostrarlo y compartirlo, en principio en los medios de comunicación tradicionales y después en las redes sociales. Pero mi bronca con los medios tradicionales era ver la cantidad de imágenes que se desperdiciaban. Para el diario eran una foto, dos fotos, tres, y un montón de material quedaba en un archivo, en una computadora. Con la aparición de las redes sociales, un editor que estaba en Madryn, un referente del periodismo cuando arranqué, que es Ricardo Montacuto, me dijo: ‘Pero con estas fotos, ¿por qué no te armas un Facebook? Mostrás las fotos y fijate qué pasa’. Y ahí arrancó la cosa”.

Con la publicación en redes sociales comenzó a crecer su exposición y también el trabajo. Se convirtió en fotógrafo de la agencia Télam, donde fue corresponsal hasta su cierre. Poco a poco, sus imágenes comenzaron a tener mayor difusión. Pero el gran salto lo dio con la aparición de los drones y una guapeza: comprar un equipo cuando nadie aún lo tenía.

“Fue toda una revolución porque empecé a mirar las ballenas durante horas desde otra posición y a entender todo lo que hacían y todo lo que mostraban. Fui el primero en 2012. Me acuerdo de que en YouTube vi a unos chicos que habían metido una GoPro en un avioncito a control remoto y hacían fotos desde arriba. Automáticamente dije: ‘necesito tener uno de esos’. Primero, para ver las ballenas desde arriba, que debe ser un flash, y después porque no me quería subir nunca más a un avión de los chiquititos. Cada vez que tenía que hacer fotos aéreas era un sufrimiento para mí. Entonces, cuando vi que habían inventado algo y no tenía que ir yo, dije: ‘de alguna manera tengo que comprar esto’. Y me di cuenta de que eran caros en comparación con lo que sale un equipo profesional. Yo tenía varios lentes y conseguí que me trajeran uno desde afuera”.

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Jonas aún recuerda ese primer vuelo en el que pensó que perdía su inversión. Lo levantó desde abajo del Indio, le puso una GoPro y comenzó a volar, pero el dron desapareció. “El dron se fue y me quedé mirando el cielo con mis dos hijos hasta que les dije: ‘bueno, chicos, vamos, ya está, acabo de perder la plata’. Estaba cargando a los chicos en el auto cuando una persona que se había acercado, porque se había llenado de gente, me dijo: ‘mirá, loco, volvió’ y el dron estaba posicionado arriba mío. Ahí supe que tenía un sistema que hacía que volviera”.

El dron se quedó posicionado en la curva del Indio, mirando a Puerto Madryn. Sacó fotos y videos y a Jonas se le voló la cabeza. Ese día decidió que tenía que aprender a usar ese aparato.

Por ese entonces, Maxi ya había dejado Diario Jornada para sumarse al equipo de comunicación de Ricardo Sastre, quien lo convocó cuando llegó a la intendencia de Puerto Madryn. Durante un tiempo combinó ambos trabajos, pero luego decidió dejar el diario y seguir como freelance.

En esa época hacía de todo, como buen fotógrafo. Me gustaba; era cansador, pero andaba por todos lados y, por otro lado, trabajaba en todo lo particular que salía: fiestas de egresados, sociales, casamientos, la vida de un fotógrafo rebuscándose. Pero estuvo buen, principalmente por la libertad que me dieron para trabajar siempre. Nunca me condicionaron. Yo venía del fotoperiodismo, y, a la par que trabajaba con ellos, trabajaba con agencias de noticias del exterior; cuando había que mostrar algo que por ahí no les gustaba, lo cubría, pero nunca me dijeron nada, y esa libertad de trabajo me ayudó a crecer y a tener una mirada crítica hacia todo”, dice agradecido.

Durante años, Maxi hizo de todo hasta que, un día, se volvió viral y quedó expuesto a los ojos del mundo. Fue después de la pandemia, cuando un video suyo mostró a una ballena coqueteando y empujando una tabla de SUP. La exposición fue total.

“Eso me abrió un montón de puertas infinitas y me las sigue abriendo alrededor del mundo. Lo repitió Ginóbili, gente de Hollywood, me llamaron de Estados Unidos, CNN de Inglaterra. Fue una locura justo después de la pandemia, que todo el mundo estaba mirando estas cuestiones naturales, salir de los encierros, y fue un delirio lo que generó ese video que dura un minuto”.

Poco a poco, Jonas comenzó a convertirse en un referente de las ballenas de Chubut y amplió su alcance a agencias internacionales y medios de comunicación.

Hace dos meses, Leandro, el editor para Latinoamérica de Viory, una agencia para la que colabora, lo llamó por teléfono y le dijo que iba a mandar su material a un concurso que realizaba la agencia. Admite que él no lo dimensionó. Sin embargo, ese llamado lo llevó a una de las mejores experiencias y reconocimientos de su carrera.

Me llamó Leandro y me dijo: ‘La agencia está organizando una entrega de premios por todos los trabajos que se hacen a nivel global y me pidieron el informe tuyo sobre la temporada récord de ballenas’. Para mí, la agencia era una palabra nomás porque no tenía dimensión del monstruo con el que colaboraba. Me dijo: ‘Voy a mandar tu trabajo’. Yo le dije: ‘Sí, no hay problema’ y, unos días antes de diciembre, me dice: ‘Parece que quedaste para los premios. Te van a llamar de Aubai, donde están las oficinas centrales de la agencia, porque parece que tu laburo quedó, así que capaz que tengas que viajar’, pero yo no entendía bien qué era”.

'Un récord histórico': más de 2.100 ballenas avistadas en la costa argentina, la cifra más alta en 25 años | Video Viory

Jonas realizó un informe periodístico de 10 minutos sobre la temporada récord de ballenas. Generó notas periodísticas con científicos, acompañado de testimonios de vecinos, imágenes de amaneceres, atardeceres y de costa, y lo envió, sabiendo que la agencia lo iba a subir a su plataforma para ponerlo a disposición de todos los medios del mundo. Sin embargo, nunca imaginó que lo iban a nominar, junto a otros 12 corresponsales del medio, al premio a Mejor Trabajo de Cámara.

Finalmente, en los primeros días de diciembre viajó a Abu Dabi, Emiratos Árabes. Participó del congreso de comunicación, donde disertaron la segunda de Mark Zuckerberg y Gerard Piqué explicó cómo es la comunicación de la Kings League; luego se sentó en la última fila de asientos para presenciar la entrega de premios, ya agradecido por estar allí.

Obviamente dije que sí. No podía creer que un trabajo de tan lejos quedara en una agencia de tal magnitud. Con todos los eventos periodísticos importantes que hay, como la guerra en Palestina y en Ucrania, que haya quedado la noticia de las ballenas para mí era una locura, así que fui muy tímidamente a este evento donde hablaban personalidades como la segunda de Mark Zuckerberg. Pike fue algo muy grande, como un viaje al futuro de 20 años".

"Me senté en la última fila con la idea de disfrutar el espectáculo porque vi que era un evento muy grande”.

La premiación se dividió en cuatro ternas y la primera fue la suya: mejor trabajo de cámara por la excepcional performance visual, la técnica maestra de creación e imagen inmersiva que eleva la historia alrededor del mundo en la parte sur. Lo que nunca imaginó fue que sería el ganador.

“Cuando me nombraron y ya estar ahí, ver la expresión y las caras de los árabes al ver las imágenes fue hermoso, porque es algo que no conocen, que no vieron en su vida y quedaron muy impactados. Cuando dijeron que era el ganador fue una emoción increíble; nunca pensé ni trabajé para esto. Yo soy alguien que nunca en la vida se presentó a un concurso de fotografía, porque no me gustan. Siempre trabajé para generar trabajo y para que me deje contento a mí, y esto fue un trabajo que ellos mismos me presentaron y lo gané, así que súper sorprendido, y más sorprendido y emocionado con la cantidad de mensajes y el cariño que recibí de gente que ni conozco. Eso fue el mejor premio de todos: que la gente se ponga contenta por esto, que se apropie, que el premio no fue solo mío sino de la ballena y de nuestro lugar; ese es el gran premio para mí”.

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En el galardón señalaron que su trabajo demuestra precisión, arte y una extraordinaria habilidad para captar audiencias en el corazón de la historia. Fue votado por un jurado de más de 20 editores audiovisuales de distintas regiones del mundo. Para Maxi Jonas es un gran mimo al alma.

“Es como un reconocimiento y saber dónde uno está parado y decir: ‘bueno, no estoy tan mal’, y también es un desafío para decir: ‘hay que mantener’ o ‘hay que redoblar la apuesta’, porque me encantaría que el año que viene me digan: ‘quedaste otra vez’. Así que quiero generar mejores cosas aún y contar mejor las historias. Es una gran motivación para mí”.

“También es una gran oportunidad para conocer gente de todo el mundo, ya hice contacto con gente de México, Brasil, Turquía. Empezar a conocer gente de primera mano te sigue abriendo puertas, sin ninguna duda, es como un nuevo inicio a un montón de cosas que no sé cuáles serán porque el futuro te depara a un montón de cosas, lo único que sé es que hay que meterle más ganas que el primer día que arranqué y los resultados de alguna manera llegan”.

Maxi admite que no soñó con convertirse en un referente, ni tampoco imaginaba ganar un premio. Jamás se presentó a un concurso de fotografía y siempre trabajó buscando el resultado que a él le gustaba. Está agradecido a todos los que lo ayudaron en su camino, y además de Montacutto destaca a Daniel Feldman, un histórico reportero gráfico que también marcó su camino.

Soy muy agradecido a todos los editores y colegas, como Daniel, un reportero gráfico histórico de esta zona, con el que trabajé muchos años y con el que seguimos compartiendo ámbitos de trabajo. Ellos decían cosas que yo tomaba, escuchaba, exploraba y trabajaba, pero no era para ser un referente, sino porque amaba lo que hacía, me gustaba y porque con cada cosa que hice en mi vida me gusta darlo todo y ver de qué manera uno puede crecer y mejorar”.

Respecto a lo que viene, Jonas quiere seguir superándose, redoblar la apuesta para volver a ser convocado por el premio el año que viene y, por supuesto, seguir trabajando y disfrutando este camino que alguna vez encontró arriba de un camión para buscar un auto. Es que como dice, siempre le gustó el viaje, más que el objetivo. "Eso es lo que me gusta, más que llegar, me gusta el viaje, me encanta que aparezcan estos desafíos, y en el medio quiero seguir registrando estos animales. Es hasta donde me quieran llevar las ballenas, hasta ahí voy a seguir y voy a llegar”, dice agradecido de estas puertas que se van abriendo, fruto del trabajo, la pasión y la visión de hacer en grande desde el sur de la Patagonia.

Nota de Fredi Carrera para ADNSUR

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