Las ballenas jorobadas regresan cada verano a Chubut: ya identificaron más de 140 ejemplares en sus costas

Durante años, las ballenas jorobadas fueron apenas una aparición esporádica en las aguas del litoral chubutense. Se las consideraba visitantes ocasionales, presencias fugaces que cruzaban frente a la costa sin detenerse. Sin embargo, en el último tiempo, ese patrón cambió: estas gigantes del océano no solo se detienen, sino que también regresan. Año tras año. Y lo hacen en mayor número.

Novedades18 de julio de 2025Barbi CárcamoBarbi Cárcamo

Salto Ballena Jorobada - Patagonia Azul - Krissia Borja - @kborjaa-6


Tras un seguimiento minucioso, los investigadores confirmaron que las ballenas jorobadas vuelven a las costas del norte del Golfo San Jorge cada verano. Se alimentan, descansan y socializan en aguas que parecen haber adoptado como propias. “Patagonia Azul, en el norte del Golfo San Jorge, es uno de los únicos lugares costeros del Mar Argentino, junto con el canal de Beagle, donde se pueden ver regularmente”, afirma Ignacio “Nacho” Gutiérrez Galván, coordinador de conservación del Proyecto Patagonia Azul.

Desde 2019, el equipo de investigación lleva un registro detallado de los ejemplares que visitan la región y ya se han identificado más de 140 ballenas jorobadas. Cada una puede ser reconocida por el diseño único de su cola, una especie de firma natural que permite seguir sus trayectos y comportamientos. Algunas regresan año tras año, como MN-4, un ejemplar que el equipo ya considera parte del grupo. “Cuando llega, sentimos que todo vale la pena”, confiesa Gutiérrez. Porque no solo vuelven: se quedan. Y eligen a Chubut como uno de sus escenarios predilectos en el Mar Argentino.

Un espectáculo de naturaleza viva

La ballena jorobada es una de las especies más carismáticas del mundo marino. Su comportamiento curioso y sus demostraciones acrobáticas la convierten en una verdadera artista del océano. Es común verla acercarse a las embarcaciones, mostrar el ojo y permanecer allí, como si también quisiera observar al ser humano. “Una vez una se acercó tanto que nos miraba, detenida, como si compartiera con nosotros ese instante. Fue un momento de muchísima paz y belleza”, relata Nacho.

Entre los meses de octubre y marzo, estas aguas se transforman en un escenario privilegiado. Con cuerpos que alcanzan hasta 16 metros de largo, las ballenas jorobadas saltan, giran, golpean la superficie con sus largas aletas y se sumergen dejando la cola al viento. Se mueven con una gracia que desafía las expectativas. “Verlas saltar es un momento mágico, un espectáculo que emociona”, agrega Gutiérrez.

Jorobada- Patagonia Azul - Maike Friedrich - 2022-0813

El canto como lenguaje

Más allá de sus piruetas, las ballenas jorobadas también se comunican a través de cantos. Sonidos graves y envolventes que pueden recorrer kilómetros bajo el mar. Cada población posee su propia melodía, una especie de huella acústica. “Lo que podemos registrar nosotros acá son los llamados, que son sonidos más cortos, de poca duración y de frecuencias bastante altas, que sí son audibles para el oído humano”, explica Gutiérrez. Y añade: “pero durante la época reproductiva, los machos, sobre todo, producen cantos que son vocalizaciones mucho más largas, con estructuras repetidas que, por momentos, tienen coincidencias entre poblaciones”.

Para detectar y analizar estos sonidos, el equipo utiliza hidrófonos, micrófonos subacuáticos que permiten registrar todo tipo de resonancias en el mar. “El instrumento va registrando todos los sonidos debajo del mar. Después lo configuramos para determinar qué tipo de frecuencias queremos escuchar. De esta manera se puede ir escuchando todos los sonidos que hagan cualquier cetáceo bajo el agua”, detalla el investigador.

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Una nueva ruta migratoria que pasa por Chubut

Hasta hace poco, se creía que la única ruta migratoria reconocida de las ballenas jorobadas en el Atlántico Sudoccidental era la que va desde las costas del estado de San Pablo, en Brasil, hasta las frías aguas de las Islas Georgias del Sur. Sin embargo, los registros obtenidos en la región de Patagonia Azul sugieren un panorama más amplio. “Gracias a la fotoidentificación vimos que algunas de las ballenas jorobadas que llegan a Chubut también vienen desde el sur de Brasil. Algunas de ellas también fueron vistas en el canal de Beagle y otras en la península Antártica”, explica Gutiérrez.

Estos hallazgos apuntan a la existencia de una ruta migratoria costera, hasta ahora poco conocida, que conecta Brasil con la Antártida y pasa por sectores clave de la Patagonia argentina. En este trayecto, el norte del Golfo San Jorge se perfila como una escala vital. “Es posible que estén trazando un corredor biológico costero que une Brasil con la Antártida, pasando por nuestra Patagonia Azul. Sería un gran descubrimiento”, destaca el coordinador.

De este modo, Chubut deja de ser una parada accidental para convertirse en un nodo estratégico en la geografía migratoria de esta especie.

Protegidas por ley

A finales de 2023, la Legislatura de Chubut declaró a la ballena jorobada como Monumento Natural de la provincia, una figura legal que impide cualquier actividad que pueda afectar su presencia en el mar provincial. Esta medida, lejos de ser simbólica, busca proteger un corredor ecológico cada vez más importante. “Es uno de los pocos lugares de la costa argentina donde se puede ver regularmente a esta especie. Es única para nuestro mar”, sostiene Gutiérrez.

Además de esta declaración, en la región existen áreas marinas protegidas de tipo no take, es decir, zonas donde no se permite ninguna actividad extractiva. “Cuando uno detecta zonas clave para la biodiversidad marina, como las áreas de alimentación de las jorobadas, protegerlas beneficia a muchas otras especies que comparten ese hábitat”, agrega el investigador.

Cola Ballena Jorobada  - Pat. Azul - Maike Friedrich - 2021-2-9

Un nuevo atractivo para la Patagonia

En un rincón de la Patagonia que durante mucho tiempo no figuraba en los mapas migratorios, las ballenas jorobadas encontraron un refugio. Y lo hacen en silencio, sin anuncios, pero con la constancia de quienes vuelven porque algo los llama. Cada verano, esas figuras antes fugaces se dejan ver una vez más, en una danza que maravilla a quienes tienen la suerte de presenciarla.

Chubut, tierra de mares intensos y cielos infinitos, suma así un nuevo tesoro natural a su propuesta turística. Las jorobadas ya no son un misterio lejano: son parte del paisaje.

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